miércoles, 3 de junio de 2015

Te siento


Y yo te siento temblar en el pasto,
tocando el frío audaz que desprende el  rocío.
Tu rostro  terso y brillante
Vislumbra un nuevo amanecer a la orilla del río

Solitario y sereno  tu cuerpo
Adornado de  luces doradas
Busca refugio seguro en la tenue piel
que se levanta en las torres de mi espalda.

Te siento pájaro cantor a la tibia alba del amanecer.
Tus finos dedos de cristal recorren impacientes
las dos montañas que se elevan en mi pecho.

Y mi cuerpo de sirena
Se pierde en tu ancho y espeso océano de versos dulces,
Navego libre  en el mar de sueños primitivos

que se desgarran de tu inconexo e inconfundible  nombre.

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